Muchas cosas buenas,
lindas y verdaderas se han dicho estos días acerca del Dr. Jorge Batlle, como
persona, como político, como estadista, como pensador.
Yo quisiera
agregar un granito de arena, recordando su concepción de ‘laicidad’, coherente con su pensamiento y su personalidad. Su
postura fue de una laicidad abierta y positiva. Sea dicho en un sentido
filosófico – de reconocimiento del valor espiritual y su importancia en la
sociedad – sea en un sentido histórico – de valoración crítica de los distintos
momentos – sea en una visión de la realidad de la composición de nuestra
convivencia ciudadana.
Yo escribí un
largo artículo analizando las actas del Parlamento en la discusión acerca del
monumento de la cruz recordatoria de la visita papal. Fue publicado
primeramente en la revista Soleriana,
1995, año XIX, 1-2, pp.203-239, con el título La conciencia uruguaya se confiesa ante Cristo. Discusión parlamentaria
sobre la cruz del Papa. Luego formó parte del libro Alberto Sanguinetti Montero, Amor, verdad, gratuidad, Buenos Aires
1997, p.279-319, como capítulo 11, con el título más amplio Religión
y laicidad a fines del siglo XX.
Allí aparecen
citas de muchos parlamentarios (Los textos citados están tomados de : 1) Diario de Sesiones de la Cámara de
Senadores, Tercer período ordinario de la XLII Legislatura, Nº 180 - Tomo
305, (14 de mayo de 1987), p.391-433
(citamos Senadores) 2) Diario de Sesiones de la Cámara de
Representantes, Tercer período ordinario de la XLII Legislatura, Nº 1940 - Tomo
628 (9 de junio de 1987) p.542-596; Nº
1941-Tomo 628 (10 de junio de 1987) p.614-698; (citamos Diputados).
Hay posiciones
encontradas, acerca de tolerancia, laicidad y religión, desde una concepción
clásica, fijista y cerrada de laicidad, hasta un concepto positivo, abierto,
que acepta relecturas históricas. En este segundo grupo el Dr. Batlle desplegó
su capacidad intelectual y su comprensión del alma de la nación.
Como pequeño
homenaje a sus aportes en tantos órdenes de la vida, sigue a continuación lo
que escribí presentando su postura en las páginas 306-309 del mencionado libro.
* * * * * * * * * * *
El senador
Batlle continúa en la línea anterior. Señala que el artículo 5º es interpretado
hoy, por él y por otros, en una realidad política y social distinta del año 17.
"Entiendo la laicidad de una manera distinta a como se la ha concebido en
el pasado o tradicionalmente en el país"[67].
Batlle
desideologiza la discusión que quería -por parte del laicismo opositor-
plantearse en un nivel de principismo abstracto: identidad entre laicismo y no
sostener el Estado una religión, identificado con una total prescindencia,
encerrando la religión sólo en el ámbito privado, por lo cual no puede aparecer
ningún símbolo religioso determinado en
la vía pública [68].
Él
desideologiza: primero con un tratamiento histórico del tema. No es igual en el
siglo XIX, en el año 17, y ahora. Y ve las consecuencias positivas y negativas
de la solución del 17 ahora.
Desideologiza
en segundo término la afirmación de que la igualdad para todas las posturas,
incluidas las religiones se vea de un modo abstracto desconociendo la realidad:
aquí concretamente la mayoría se reconoce en el símbolo de la cruz, porque
nuestras raíces son cristianas y, aún más, una buena mayoría es católica
El reconoce la
actitud que deben mantener los organismos y acciones del Estado, en cuanto no
sostener religión alguna, ni estar en condición de dependencia o influencia de
una determinada creencia religiosa. Pero, afirma, "ese sentimiento de
laicidad, que prevalece en la vida nacional, se ha transferido o transformado
en una actitud que extendida a todas las formas de la actividad no creo que
haga bien ni que sea buena para ninguna sociedad”.
Y describe la
situación cultural - ya no jurídica- de laicidad: "La laicidad consiste,
para algunos en limitar su manera de pensar, en no exhibir su forma de sentir o
de creer. En realidad, a lo largo del tiempo las filosofías que han prevalecido
y las ciencias y tecnologías que las han acompañado, han transformado la
laicidad en un profundo escepticismo y por ello la laicidad se ha vuelto un
instrumento de carácter, digamos, negador de la fuerza espiritual, de la razón
o de la raíz espiritual de cada uno de nosotros”[69].
Defiende esta
postura la necesidad de que se expresen las opciones y entonces, entiende la
laicidad, con un significado de respeto, pero no de negación, una actitud con
la que y desde la que se exprese la manera de pensar[70].
Entonces,
consecuente con su primera distinción de carácter histórico -entre su lectura
actual y la del año 17 - continúa viendo el sentido histórico de lo que se
debate. Más allá de la visita del Papa, la permanencia de la Cruz en ese lugar
reconoce que "este es un país de origen católico, dado que esa fue nuestra
primera emigración y todos nuestros héroes de la independencia profesaban esa
religión".
Sitúa el
liberalismo posterior no como contrario al sentimiento religioso, sino en
contra de determinadas prácticas y actitudes políticas del centro de poder que
representó siempre la religión católica, en el discurso político coyuntural...
de forma que aún en aquello opositores decimonónicos ve -con Octavio Paz- a participantes de una
especie de ‘tibia religión filosófica de católicos disidentes’ que al final lo
fuimos todos[71].
Con audacia,
dentro del debate, acepta "que se trata de un homenaje a un símbolo de una
religión (la cruz). Sin embargo esto no quiere decir que el Estado la asuma,
sino que reconoce la existencia de una religión
y no está en contra de que se rinda un homenaje porque entiende el sentimiento no sé si mayoritario
porque no lo he medido,... " [72].
Con el mismo
realismo histórico y cultural se afirma y se acepta que la cruz de alguna
manera expresa el sentimiento cristiano de una civilización de la cual todos
formamos parte y de la que hemos heredado los valores fundamentales de nuestra
conducta cotidiana y, moral, que están por encima de las ideologías, de los
partidos...[73].
Luego de
agregar otros posibles simbolismos, agrega: "la presencia de ese símbolo
de carácter espiritual, que tanto representa en la vida de nuestra
civilización, de nuestro país y de todos de cuya historia formamos parte - esto
es también importante - contribuye a que el país comience a no discutir -porque
¿por qué tenemos que hacerlo? ¿por qué controvertir? - sino, a sentir las cosas
del espíritu como algo que tiene que volver a tener importancia primera en la
vida de los seres humanos”[74].
También
enfrenta el Senador Batlle el prejuicio de una igualdad aséptica, que dice:
debe ser para todos iguales, aún con igualdad hipotética; entonces tendría
iguales derechos de presencia -no de ser respetada- un adepto solo de una
religión que la Iglesia Católica. Con gran realismo acepta que en nuestra
cultura, con muy diferentes adhesiones, la ampliamente mayoritaria es la
católica: el respeto por las demás no implica la falta de respeto por la
realidad de esta mayoría:
"En
función de esto (el párrafo aludido anteriormente) es que estamos a favor de
que la Cruz permanezca en ese lugar, tal como si yo estuviera donde se profesa
el islamismo aceptaría que allí hubiera símbolos de esa religión y si mañana
los armenios o los judíos, o cualquier otro grupo que profese alguna religión,
quisieran hacer un homenaje al hombre que los representa y que llega al
Uruguay, en Montevideo, lo aceptaría. Entonces me preguntarían, ¿por qué no en
tal lugar? y estaría de acuerdo porque en medio de las religiones que se
profesan en la actualidad en el país con toda libertad, el catolicismo es, sin
ninguna duda, aun para aquellos que no somos católicos, la que representa el
sentimiento enormemente mayoritario de la población del Uruguay. ¿Acaso nos
distinguimos por el islamismo? No; nos distinguimos porque estamos embarcados y
provenimos de una corriente cristiana. Algunos profesan activamente esa
religión, otros no la practican o como el señor senador Senatore han sido
bautizados, que no es mi caso".
Y luego de
recordar la ausencia de sacramentos en su familia, agrega: "Pero reconozco
que en la vida del país prevalece el sentimiento cristiano y si algún símbolo
de espiritualidad nos puede representar, no para confrontarnos, sino para
reclamar por esa y otras vías que esos temas vuelvan a tener presencia en la
vida de los pueblos, quizás éste es el más apropiado, porque alrededor de él
cada uno puede identificarse con su pensamiento".
[67] Senadores, p.419.
Sturla: "En el año 1929 se interpeló al Ministro de Relaciones Exteriores
de la época por haber mandado a un subordinado suyo a asistir a un Te Deum en
la Iglesia Matriz. Hace un mes escaso el señor Presidente de la República se
hizo presente en la ceremonia litúrgica celebrada en Tres Cruces y cinco o seis
Ministros de su Gabinete comulgaron públicamente de manos del Santo Padre. ¿Quién
duda que eso es un progreso sustancial en las costumbres y en las prácticas del
país? Hace setenta años se censuraba acremente a un ciudadano por haber
acompañado a su hija hasta el altar en la ceremonia religiosa de un casamiento.
En cambio, setenta años más tarde, se admite que el Presidente de la República
concurra a un acto de este tipo. ¿Quién duda, repito, que esto es un avance
sustancial en nuestras costumbres y en nuestras prácticas? Esto es un síntoma
de tolerancia. No debemos flaquear ante la tolerancia” (Diputados, p.593).
[68]
Daverede, para destrabar esta concepción estrecha de laicismo, adelanta la
distinción entre Estado y Nación: "Sabido es que en las democracias el
concepto de Estado no comprende toda la amplitud que tiene el concepto de
Nación; de lo contrario caeríamos en un totalitarismo. Aunque el Estado esté
comprendido en la Nación, ésta abarca una extensión conceptual mucho más
amplia... Se sobreentiende que se declaran monumentos públicos no, precisamente
porque expresen los valores del Estado -como si esos valores fuesen su
patrimonio exclusivo- sino más bien porque ponen de manifiesto los valores de
la Nación" (Diputados, p. 583).
[70]
Lescano: "... porque ése es el sentido último de un Estado laico:
admitirlas (las ideas) no sólo en la intimidad o en la reserva, sin ser también
capaz de crear las condiciones para que no se violente la conciencia ni -por
supuesto- la Constitución, cuando esas ideas asumen el carácter de un símbolo
visible en un lugar público, y aún de particular relevancia, como admito que es
el que en este momento está levantada la cruz" (Diputados, p. 651).
[72] Senadores, p.419.
Comentarios
Publicar un comentario