¿Matrimonio igualitario? no embarren la cancha

Buena parte de las campañas actuales pretenden embarrar la cancha, mezclando las palabras, cambiando el significado de los términos, confundiendo.

Pongamos ejemplos.

Matrimonio: unión estable de varón y mujer, capaces de acto conyugal con trasmisión de la vida, basados en  el contrato de mutua pertenencia.

Entonces es imposible que haya matrimonio de varón con varón y de mujer con mujer. Si se quiere que haya algún pacto o contrato entre personas del mismo sexo, búsquese otro nombre, porque nunca será un matrimonio.
Si se le quisiera llamar matrimonio a ese contrato, habría que buscar otra palabra para lo que es el matrimonio, porque siempre será una realidad distinta.

Igualitario: no puede ser igual cualquier tipo de unión aún estable de varón con varón y mujer con mujer, porque no pueden realizar el acto conyugal entre dos seres con corporalidad diferente - varón y mujer - y la actuación sexual que hagan no es capaz de procrear.

Por lo tanto, hablar de matrimonio igualitario - aplicado a algún tipo de unión o pacto de varón con varón o mujer con mujer - es una mentira, y una imposibilidad real.

Los derechos humanos. Algunos que apoyan esta medida, incluso los legisladores que la votan dicen fundarse en que es un derecho humano hacer lo que uno quiera en su vida privada.
En primer lugar no es del todo así, porque la vida privada influye en lo público. Pero de todas maneras una ley no es una realidad privada, sino pública.
No se dice que se persiga policialmente a dos varones o dos mujeres que se relacionen genitalmente. Pero hacer una ley que constituye en matrimonio a un pacto de esa naturaleza es un hecho público, que afecta al bien común.
La ley tiene efectos culturales y formativos en una sociedad. Que se imponga por ley la mentira de que sea un matrimonio un pacto de dos varones o dos mujeres, que no pueden realizar el acto conyugal, ni pueden procrear es una grave injusticia con los jóvenes y las nuevas generaciones, que tienen el derecho a que la sociedad  los eduque en la verdad de las conductas sexuales, familiares.

La familia basada en el matrimonio - el único, el vínculo de varón y mujer estable - es el ámbito natural para la procreación y la educación. Debe ser sostenida y defendida, como manda la razón, la constitución, y la equidad con las nuevas generaciones.

No se arreglan los problemas de los adultos con leyes voluntaristas que impongan una realidad que no existe.Tampoco con cacerías de brujas, con epítetos de homofóbicos y otras discriminaciones a quien piense distinto.

"Ante el reconocimiento legal de las uniones homosexuales, o la equiparación legal de éstas al matrimonio con acceso a los derechos propios del mismo, es necesario oponerse en forma clara e incisiva. Hay que abstenerse de cualquier tipo de cooperación formal a la promulgación o aplicación de leyes tan gravemente injustas, y asimismo, en cuanto sea posible, de la cooperación material en el plano aplicativo. En esta materia cada cual puede reivindicar el derecho a la objeción de conciencia". Quien quiera pensar c0n  profundidad el problema vaya a CONSIDERACIONES ACERCA DE LOS PROYECTOS DE RECONOCIMIENTO LEGAL DE LAS UNIONES ENTRE PERSONAS HOMOSEXUALES


Así lo han entendido bien los franceses, cuando salieron a la calle a defender la familia y rechazar el falso matrimonio igualitario.Manifestación en Francia.
Ponemos este ejemplo, no porque los franceses tengan la razón, sino para pensar un poco, para debatir.

Busquemos mejorar la familia, basada en el matrimonio. Procuremos abrirnos a una vida más generosa y fecunda en la comunicación de la vida. Queramos ayudar a las generaciones futuras a una comprensión de sus afectos, de la capacidad de amor sexuado, del valor de la libertad que se entrega.



Comentarios

  1. Excelente Monseñor, comparto 100%. Hay que recordarle a los políticos, además, que cuando nuestra Constitución protege al matrimonio y a la familia, no está pensando en proteger ante todo, el amor de los esposos. A la Constitución (y al Estado) no le importa mucho cuán grande o pequeño sea ese amor. La protección y el amparo que da nuestra Carta Magna al matrimonio y a la familia, se debe ante todo, a que en la inmensa mayoría de los casos, de esas uniones se procrean hijos, que son no solo un bien para los padres, sino un bien para toda la sociedad. Por asegurar el recambio generacional, por asegurar que en el futuro hayan quienes aporten a la seguridad social, y otros muchos bienes por el estilo, es que la Constitución protege a la familia fundada en el matrimonio, e incluso a las madres solteras. Prueba más que contundente de que lo que al Estado le importa, es el amparo de los hijos.

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