Si hablamos de derechos humanos, debemos
crecer en respeto por la libertad.
Un ejemplo: la
libertad de enseñanza, como libertad de enseñar y libertad de escoger, de
elegir la educación por parte de los padres de los menores y por sí mismo en
los adultos.
Sin embargo, en
un momento en que se habla por todas partes de educación y de los problemas de
la enseñanza, no surge con suficiente clamor la búsqueda del derecho de los
padres a elegir la educación para sus hijos, sin restricciones económicas, ni
monopolios del Estado, que es totalmente subsidiario de los padres.
Dicho con claridad:
para que los padres tengan posibilidad real de elegir la enseñanza de sus
hijos, son ellos los que deben administrar el dinero que todos damos para la
enseñanza. Esto existe en muchas partes: 1) los padres eligen la institución,
según sus convicciones, el Estado le da el dinero a la institución elegida (por
ejemplo, paga los profesores; estos existen según un porcentaje de alumnos); 2)
los padres reciben un bono y lo entregan en la institución elegida.
No se puede
discriminar de ninguna forma a los alumnos de la llamada enseñanza “privada”, que
en realidad es enseñanza libre, no impuesta, elegida según los derechos humanos
y la Constitución de la República. Entonces no es de recibo que se acepte que
no paguen boleto los de una institución – por más estatal que sea – y se le
cobre a los de otra. Es una discriminación contra la libertad de los padres de
elegir.
Hay también
derecho a enseñar según sus propias convicciones y a no ser discriminado por
hacerlo. En lugar del sistema actual en el que se busca imponer ideologías – a veces
solapadas – por medio de los institutos
públicos, lo que hay que hacer es que cada institución declare bien su ideario,
y lo proponga para los padres que quieran elegirlo.
En nuestra
historia, hemos puesto el acento en la libertad política – y es muy importante –
pero ésta está al servicio de la libertad de los hombres, de las familias, de
los grupos. En este sentido la libertad de enseñanza y de educación que empezó a no ser respetada
allá por mediados del siglo XIX, ha favorecido un sistema injusto y
discriminatorio, por más que se quiera ideológicamente presentar como neutral.
Hoy más que
nunca en un mundo pluralista, la defensa de la libertad de las personas, se
juega muchísima en una verdadera libertad de enseñar – con la obligación de
aclarar qué y cómo se enseña y educa – y la verdadera libertad de elegir, sin
ningún tipo de discriminación, tampoco solapada.
Llama la
atención que no haya lucha por este derecho. ¿Por qué no hay agrupaciones de
derechos humanos en pro de la libertad de enseñar y de elegir la enseñanza?
¿Por qué no se oye en las barras políticas la defensa de este derecho? Es raro que
no se formen ligas de padres para defender su derecho a a elegir la educación de
sus hijos. Parecería que años de discriminación e imposición desde los
organismos del Estado, han llevado a aceptar esa forma totalitaria de educar y
discriminar.
Ni siquiera ante
la emergencia, se quiere salir de esa falta de equidad o esa ceguera. Si
verdaderamente se quisiera la educación del pueblo más humilde, viendo el éxito
del Liceo Jubilar, deberían entregarse los dineros para que abrieran tantos
Liceos Jubilares, cuantos estos educadores quisieran abrir y cuantos recibieran
libremente los hijos enviados por sus padres. ¿O se prefiere el poder y la
ideología al bien de los muchachos y muchachas excluidos?
No puedo menos que suscribir en su totalidad su razonamiento y apoyarlo vivamente en esta reivindicación del derecho de elegir por parte de los padres el tipo de educación de sus hijos. Es sintomático como usted manifiesta ese silencio acerca de un derecho conculcado.
ResponderEliminarCon mi afecto.
Luis Fariello
Cura Párroco
Adhiero totalmente a estos comentarios. Como padre de 5 hijos he luchado mucho para mantenerlos en el canal privado teniendo la obligación de pagar un impuesto a primaria.
ResponderEliminarSin duda que nos hemos acostumbrado a esta "forma totalitaria de educar y discriminar".
Con respecto a la pregunta final, en este momento histórico que estamos viviendo, estoy seguro que se prefiere el poder y la ideología.