Este artículo fue escrito con ocasión de la Guía didáctica de Ovejas Negras/MIDES, con la supervisión de ANEP (que se ha convertido en CEIP) en septiembre de 2014 y suspendida por el Codicen.
Supongo que es la misma que es citada en la Propuesta recién presentada en su p. 15 (ver nota 11). De modo que la definición de "identidad sexual" está tomada de allí y ¡Oh sorpresa!, encontramos: "El sexo biológico - Es el conjunto de características biológicas que definen al espectro de
humanos como “machos”, “hembras” e “intersexuales”". ¿de dónde salieron estos intersexuales biológicos? Como se puede ver el plan sigue adelante
INDISCIPLINA PARTIDARIA, la columna de
Hoenir Sarthou: SEXO Y ENSEÑANZA
publicado a la(s) 13 nov. 2014 10:31 por Semanario Voces
La distribución de la polémica “Guía didáctica sobre
educación y diversidad sexual”, elaborada por el colectivo “Ovejas Negras”,
con respaldo del “Instituto de las Mujeres” (“Inmujeres”), dependiente del MIDES,
y la supervisión de la “Red de Género” y el “Programa de Educación Sexual” de
la ANEP, fue recientemente suspendida por el Codicen.
Tanto la decisión del Codicen como el documento
-este último por la magnitud de lo que se propone- imponen una
reflexión profunda, no sólo sobre los problemas que genera la identidad
sexual y de género sino sobre lo que la sociedad uruguaya entiende por
“diversidad”, “respeto”, “democracia” y “tolerancia”.
Una somera lectura de la Guía revela que su
propósito no se limita al loable fin de prevenir y evitar la discriminación
entre las personas por sus orientaciones sexuales, sino que va mucho más
allá. Su objetivo declarado es que la actividad docente se oriente a
“deconstruir” y “desnaturalizar” los modelos clásicos y mayoritarios de
“masculinidad” y “femineidad” y las nociones tradicionales de “familia” y
“pareja”.
Así, en el capítulo denominado “Actividades
propuestas para niños y niñas de 4 y 5 años”, subtitulado “Diversas formas de
ser niño y niña”, se lee: “Objetivo general: generar un espacio de juego y
expresión que habilite el reconocimiento, valoración, identificación y
vinculación de los cuerpos, reelaborando los roles y comportamientos de
género.”. Y pocos renglones más adelante: “Evidenciar los roles y comportamiento
de género asignados y esperados en niños/as y construir colectivamente, a
través del juego, alternativas a los mismos.”. Y luego: “Se busca evidenciar
los juegos y personajes esperados para niños y niñas (por ejemplo: niños de
superhéroes y niñas vestidas de princesas). A partir de esa actividad se
evidencian los estereotipos de género y se invita a la construcción de juegos
alternativos a los generados.”. Más adelante, en el capítulo titulado
“Actividades propuestas para niñas y niños de 1º a 3º” (año de enseñanza
primaria), se lee “Objetivo específico: Reflexionar sobre los modelos de
masculinidad y femineidad construidos a lo largo de la historia personal de
las/os niñas/os para deconstruirlos y desnaturalizarlos.”. Por fin, en el
capítulo denominado “Familias diversas, diversas familias”, el documento
expresa: “Objetivos específicos: Reflexionar acerca del modelo de familia que
los niñas/os tienen incorporado a sus emociones, sentimientos y pensamientos.
Promover la deconstrucción del modelo hegemónico de familia y de pareja,
valorando la riqueza de la diversidad.”. Y luego, en el subtítulo
“Contenidos”, puede leerse: “Diversidad. Modelo Hegemónico de pareja y
familia. Deconstrucción de estos modelos en pos de la convivencia en
diversidad.”.
Los textos citados son sólo una muestra, entre
muchas, del espíritu dominante en el documento. Aconsejo su lectura completa,
dado que está disponible en internet.
Lo menos que puede decirse sobre la Guía es que se
mueve en el delicado territorio de las identidades de sexo y de género, e
incluso en el de la libertad individual, con la delicadeza de un elefante en
un bazar.
¿Quién dijo que el derecho a la diversidad sexual y
la protección de ciertas orientaciones requiera la “deconstrucción” y la
“desnaturalización” de otras orientaciones? ¿No se percibe que el proceso de
“deconstrucción” y “desnaturalización” de los modelos mayoritarios de
orientación sexual será vivido, por los niños y niñas que ya los han
incorporado, como una agresión a su propia identidad?
Si se busca generar respeto hacia orientaciones
sexuales estadísticamente minoritarias y discriminadas, como la
homosexualidad, el peor camino es el desprestigio y la agresión hacia otras
orientaciones sexuales. Ni hablar de la pretensión de “deconstruir” y “desnaturalizar”
el modelo de familia que los niños “tienen incorporado a sus emociones,
sentimientos y pensamientos”.
Educar es ante todo respetar. Ninguna labor
educativa puede edificarse sobre la agresión a aquello que los educandos
tienen “incorporado a sus emociones, sentimientos y
pensamientos”. Para percibir la barbarie que implica ese concepto,
basta pensar en lo que sentiríamos si alguien propusiera expresamente
“deconstruir” y “desnaturalizar” a la orientación y a la pareja homosexuales.
En el fondo, bajo el discurso seductor de “la
diversidad”, la Guía persigue un objetivo político concreto: darle a la
homosexualidad un estatuto respetable dentro del sistema educativo, con la
expectativa de que, por el efecto multiplicador y naturalizador del sistema
educativo, eso generará un mayor nivel de aceptación de la homosexualidad en
la sociedad.
Es un objetivo compartible, y es razonable que la
organización “Ovejas negras” lo promueva, dado que hace a sus intereses como
colectivo. Lo que no resulta compartible es el método elegido para
promoverlo. Porque, si la condición para lograr el respeto de la orientación
homosexual es la “deconstrucción” y la “desnaturalización” de la orientación
heterosexual, vamos por mal camino. Y definitivamente es inadmisible que
organismos públicos, como el MIDES y ciertos órganos subordinados de la ANEP,
lo hayan avalado.
Se me objetará que diga que el objetivo del proyecto
es mejorar el status social de la homosexualidad, y no el de la diversidad.
Bueno, lo digo a conciencia. Porque la Guía no promueve cualquier
“diversidad”. De hecho, algunas orientaciones sexuales quedan silenciadas e
invisibilizadas, como el autoerotismo y la abstención de toda actividad
sexual, y otras siguen siendo directamente negadas y reprimidas, como la
zoofilia, la necrofilia y la pedofilia. Lo menciono simplemente para hacer
constar que toda pretensión de dar a cierta sexualidad un marco determinado
de respetabilidad está basada en la negación y en la represión de otras
inclinaciones y prácticas sexuales.
Es inútil hacer consideraciones sobre la
“naturalidad” o “antinaturalidad” de las inclinaciones sexuales como
argumentos para su admisión social. Hasta donde sabemos, la heterosexualidad,
la homosexualidad en todas sus formas, y también otras inclinaciones sexuales
(la pedofilia, por ejemplo, en algunas polis de Grecia y en la Roma clásica),
han sido parte de la humanidad desde siempre. Lo que ha variado es la
consideración social de unas y de otras en las distintas culturas y etapas
históricas. De modo que lejos estamos ahora de hacer algo novedoso y
“avanzado” al reconocer derechos a las personas homosexuales.
En definitiva, de lo que se trata es de establecer
cuál es el grado de diversidad sexual que la sociedad uruguaya está dispuesta
a admitir y qué estatuto y derechos dará a las orientaciones admitidas. Es un
tema político, entonces, en el más riguroso sentido de la palabra “política”.
En el caso de la homosexualidad, su admisión social
parece inevitable. Una intensa militancia cultural, política y social,
llevada a cabo por diversas personas y organizaciones durante años, le ha
ganado visibilidad y un estatuto jurídico materializado en numerosas leyes.
Lo que ahora se intenta definir es de qué modo la
sociedad trasladará esas normas jurídicas a la realidad y de qué manera
reproducirá esa realidad en el sistema educativo, es decir para la formación
de las nuevas generaciones.
La Guía elaborada por “Ovejas negras” no parece ser
el camino.
No es la primera vez que la asociación de “Ovejas
negras” con el MIDES produce resultados inadmisibles. Un reciente concurso
para ocupar varios cargos administrativos y de servicio en el MIDES, que
estuvo dirigido a personas cuya identidad de género no correspondiera con su
sexo biológico, fue un ejemplo claro. Porque condicionar la ocupación de un
cargo público a la orientación sexual de la persona, sea cual sea esa
orientación, es discriminatorio y por tanto inconstitucional. Vulnera
justamente el principio de igualdad que se pretende hacer valer.
De alguna manera, el tema central en este asunto es
si las políticas de equidad deben ser diseñadas desde la perspectiva
interesada y urgida de sus futuros beneficiarios o si deben resultar de una
visión más global, que integre los derechos de los grupos a los que se pretende
benficiar con el interés general de la sociedad.
De esa decisión depende, entre otras cosas, que las
nuevas conquistas no perforen y destruyan viejos y fundamentales
derechos. Por ejemplo, que el pretendido “derecho a la no
discriminación” no arrase con la libertad de expresión. O que la “equidad de
género” no destruya la laicidad y la libertad de conciencia en el sistema
educativo.
La igualdad y la libertad formales no garantizan la
igualdad ni la libertad materiales. Estamos de acuerdo. Pero, si se pretende
construir igualdad y libertad reales destruyendo la libertad y la igualdad
formales, estamos en problemas. Porque ninguna política sobrevive a la
destrucción del principio que le dio inspiración.
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