La novedad que mueve el mundo: el amor de Jesús

        La Historia suele hablar de 'novedades' científicas, técnicas, pero sobre todo políticas e ideológicas.
        Así, por ejemplo, se proclama la novedad del iluminismo sobre el oscurantismo. No hay duda que tiene algo de verdad, porque un uso más libre de la razón hizo revisar fórmulas - sobre todo políticas - que podían renovarse. Sin embargo, los que siguen absolutamente al iluminismo como fuente de toda novedad, no dejan de repetir la limitación de horizontes, la falta de aceptación de dimensiones de la realidad del iluminismo cerrado a la fe, y particularmente a la fe católica. En los hechos el iluminismo liberal siempre coartó la libertad religiosa o buscó arrinconarla en el dormitorio de cada uno.
        Los marxistas proclaman continuamente la novedad de la visión de su maestro y repiten las mismas fórmulas. También se puede reconocer que señaló injusticias de las estructuras de poder y de la economía. Sin embargo, su sistema cuando se aplicó fue siempre totalitario, dejó millones de muertos y persiguió la libertad religiosa hasta límites terribles.
        En cambio, el Evangelio siempre abrió nuevos cauces de libertad. La Iglesia del siglo XIX,  continuamente despojada y cercenada por diversos intereses políticos e ideológicos,salió fortalecida en su empobrecimiento. Y la verdadera novedad fueron las múltiples frutos de santidad y de entrega que florecen en miles de vocaciones de amor a Dios y a los hombres, especialmente los más pobres, de servicio y de creatividad: en escuelas, hospitales, asilos. Por supuesto que se puede señalar las contradicciones y pecados de individuos, pero fue la gran  novedad del amor.

        Hoy miramos a Santa Teresa de Calcuta. Ella hace patente que la novedad más fuerte es el descubrir el amor de Dios y dejarse amar sin límites por Jesús. La fe cristiana no es una ideología, porque no es una idea, sino Jesús. Por supuesto que Jesucristo es también Verbo, verdad y vida, que ilumina la razón y la lleva más allá de sí misma. Pero es la verdad personal del Hijo de Dios que me amó y se entregó por mí, por ti, por nosotros.
       Por eso mismo, la Madre Teresa, salteándose limitaciones étnicas, culturales, religiosas, es - en los hechos - fruto de la irrupción de la gracia divina, es planta regada por el amor de Jesús, y es hace presente la novedad del amor al prójimo, por encima de todo cálculo.

          Hoy, en distintos lugares del país la Iglesia católica reunió a centenares de jóvenes para celebrar la 38ª jornada nacional de la juventud. No interesan sólo los números.
         En la ciudad de Canelones se juntaron jóvenes de distintas partes de la Diócesis: de la Ciudad de la costa y costa de oro, del santoral y centro, con Sauce, de Pando y Barros Blancos, de Canelones, Juanicó, Cerrillos y Las Piedras,,,
        Mucha alegría, mucha búsqueda, profundizando en la santidad, el llamado de Dios y el amor al prójimo. Unidad y diversidad ¡qué fuerte su empuje! ¡qué novedoso el testimonio de los santos!
       Fue ocasión de ver, de tocar, palpar la novedad de Jesús que mueve al mundo.
No son sólo valores - que tienen su importancia - no son sólo ideas - que hay que desarrollar - no son sólo virtudes - que hay que adquirir -.
       Es el dejarse querer por el Padre, el recibir la misericordia del Espíritu, el escuchar el llamado de Jesús vivo, que invita a recorrer un camino siempre nuevo.
       Y ese camino es el de la santidad en todos los estados de vida. El matrimonio ilustrado por Luis Martin y Celia Guérin - padres de santa Teresita - , el Cura Brochero, un sacerdote rural, la Madre Teresa, religiosa consagrada al amor de Cristo y a su sed de amor a los más pobres de los pobres.
      En ellos todos y cada uno está llamado a la novedad de la santidad.
      Lo verdaderamente nuevo es que renovados en Cristo Jesús, seamos santos.
      Así la Iglesia está siempre viva, porque en ella vive Cristo Jesús. Y el ejemplo más palpable somos los pecadores que buscamos y recibimos misericordia y los santos que son la obra más maravillosa de las manos del Padre.


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