MENSAJE DE NAVIDAD DE 2015


Queridos hermanos:
                 La gracia, la paz y la luz que proviene de Jesús en el pesebre los envuelvan a todos.
En esta Navidad quiero hacerles un llamado a la realidad, a la verdad. Estamos envueltos en el mundo de las ideologías, es decir, de ideas parciales que quieren obligarnos a destruir parte de la realidad, a fin de crear un mundo reinventado según esas ideologías. Estamos envueltos en una catarata de imágenes y de opiniones, cuando no de chismes de lo que hacen los demás.
El resultado es hacer violencia a la realidad, es no comprender la verdad de la existencia y el sentido de la vida y la persona humana. Pongamos ejemplos: para defender derechos, se niega el derecho a la vida en el seno materno; para defender vivencias parciales, se erosiona  el matrimonio natural de varón y mujer, estable y que funde una familia, procreando y educando sus hijos.
Entre tanta luz eléctrica y tantos fuegos artificiales, entre tantos malos ejemplos, fácilmente estamos envueltos en las tinieblas del error, del pecado, del engaño, de la pérdida de sentido: como en ‘cambalache’.
                1. La primera y fundamental realidad que los invito a mirar es JESÚS. Jesús no es la idea que fulano o mengano dice de Él, según sus prejuicios. No es una imagen vaga desdibujada. No. Jesús es real, Jesús histórico, Jesús anunciado por el testimonio de los Evangelios. Jesús niño, que nace de María Virgen y cuidado por José.
Jesús que vive entre los hombres y se entrega por ellos. Jesús que da a conocer al Padre y que nos indica el camino con la palabra de la verdad. Jesús misericordioso hasta la cruz y resucitado, que vive y reina, Señor y Salvador.
No nos quedemos con una visión pequeña, recortada de Jesús. No sigamos los prejuicios de los ignorantes que se inventan su propia idea de Jesús y a esa rechazan o a esa siguen. LA NAVIDAD NOS RECUERDA QUE LA MAYOR REALIDAD DE LA HISTORIA ES JESÚS, TESTIFICADO POR LOS EVANGELIOS Y VIVIDO POR LOS SANTOS. Los invito a que lo busquen, lo conozcan, le den la importancia que tiene objetivamente para cada uno de nosotros. Busquemos el encuentro con Jesús, desde el punto en que estemos, pero con humildad, queriendo conocerlo y dejarnos iluminar por él. En él “se ha manifestado la gracia salvadora de Dios a todos los hombres”.
2. En segundo término, a la luz del Jesús real, también se ilumina qué es lo real, lo verdadero, lo que da sentido pleno al ser humano y a su vida temporal. No es el cuadro de fútbol, no es la opción política, no son las ideologías, no es ni siquiera nuestra propia voluntad. Lo importante es la vida según la rectitud de la verdad y bondad en todo, cara a cara con Dios y de la vida eterna. Por eso el Jesús real “nos enseña a que, renunciando a la impiedad y a las pasiones mundanas, vivamos con sensatez, justicia y piedad en el mundo presente”.
Tanto en la familia, como en todas las relaciones humanas, la realidad es que crecemos si renunciamos a la impiedad, es decir a la vida sin Dios, y si renunciamos a dejarnos llevar por las pasiones mundanas, la avaricia, la lujuria, la vanidad, la soberbia, el amor propio. La realidad es que sin renuncia al pecado, no hay mejoramiento humano. Jesús nos lo enseña por el camino de la cruz: la Navidad de Jesús en Belén está unida a la cruz en Jerusalén. Es el Jesús real que da fundamento a la realidad, a la verdad de nuestra vida.
 Tal renuncia es para vivir con sensatez, guiados la conciencia recta, no como irresponsables. Con justicia, es decir, ajustándonos a los diez mandamientos de la Ley de Dios. Con piedad, es decir, como creaturas humildes ante Dios, con oración, culto de Dios y entrega. Jesús nos trae a Dios a nuestra vida, para que la ordenemos en la piedad y el culto del Padre en espíritu y en verdad, tanto personal como comunitariamente, en privado y en público.
3. En tercer lugar quiero llamar la atención sobre nuestra sociedad y nuestra cultura, que impide escuchar a Jesús y a vivir con sensatez, justicia y piedad. Tenemos una enseñanza en la que se puede hablar de cualquier ideología, se puede citar a cualquier personaje y se debe estudiar el pensamiento de muchos hombres. Sin embargo está prohibido hablar de Jesús, comprender la verdad que comunica, aprender sus enseñanzas. Vivimos en una cultura truncada, en la que aparece como obvio que se debe prescindir de Dios, de Jesús, de sus acciones y sus enseñanzas. Dicen que por respeto a los que no creen, se  impone una cultura y una educación, como si Dios no existiese, como si Jesús no fuera real, como si los santos no fueran los renovadores de la vida. Se puede hablar del horóscopo pero no del Evangelio. Al contrario, es más real educar y vivir bajo la realidad de que Dios existe, reconociendo al Jesús real, por cierto respetando siempre la libertad de aceptarlo o no. Por aquí tiene que soplar nuevos vientos, para abandonar la ignorancia religiosa obligatoria y dar cabida a la realidad religiosa en la cultura y la educación, aún pública.
Que a todos llegue la misericordia del Padre en Cristo, sanando las heridas, iluminando las tinieblas, abriendo al perdón y la gracia, reconciliándonos con Dios y con los hermanos, cuidando los unos de los otros.
Que la Santa María, Reina y Madre de misericordia, con San José su esposo, acerque a cada uno, a cada familia y al pueblo uruguayo a la luz de la verdad que es Jesucristo

+ Alberto Sanguinetti, obispo de Canelones


Canelones, Navidad de 2015

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