Queridos hermanos:
La gracia, la paz y la luz que proviene de
Jesús en el pesebre los envuelvan a todos.
En esta
Navidad quiero hacerles un llamado a la
realidad, a la verdad. Estamos envueltos en el mundo de las ideologías, es
decir, de ideas parciales que quieren obligarnos a destruir parte de la
realidad, a fin de crear un mundo reinventado según esas ideologías. Estamos
envueltos en una catarata de imágenes y de opiniones, cuando no de chismes de
lo que hacen los demás.
El resultado
es hacer violencia a la realidad, es no comprender la verdad de la existencia y
el sentido de la vida y la persona humana. Pongamos ejemplos: para defender
derechos, se niega el derecho a la vida en el seno materno; para defender
vivencias parciales, se erosiona el
matrimonio natural de varón y mujer, estable y que funde una familia,
procreando y educando sus hijos.
Entre tanta
luz eléctrica y tantos fuegos artificiales, entre tantos malos ejemplos,
fácilmente estamos envueltos en las tinieblas del error, del pecado, del
engaño, de la pérdida de sentido: como en ‘cambalache’.
1.
La primera y fundamental realidad que
los invito a mirar es JESÚS. Jesús no es la idea que fulano o mengano dice
de Él, según sus prejuicios. No es una imagen vaga desdibujada. No. Jesús es
real, Jesús histórico, Jesús anunciado por el testimonio de los Evangelios.
Jesús niño, que nace de María Virgen y cuidado por José.
Jesús que vive entre los hombres
y se entrega por ellos. Jesús que da a conocer al Padre y que nos indica el
camino con la palabra de la verdad. Jesús misericordioso hasta la cruz y
resucitado, que vive y reina, Señor y Salvador.
No nos
quedemos con una visión pequeña, recortada de Jesús. No sigamos los prejuicios
de los ignorantes que se inventan su propia idea de Jesús y a esa rechazan o a
esa siguen. LA NAVIDAD NOS RECUERDA QUE LA MAYOR REALIDAD DE LA HISTORIA ES
JESÚS, TESTIFICADO POR LOS EVANGELIOS Y VIVIDO POR LOS SANTOS. Los invito a que
lo busquen, lo conozcan, le den la importancia que tiene objetivamente para
cada uno de nosotros. Busquemos el
encuentro con Jesús, desde el punto en que estemos, pero con humildad,
queriendo conocerlo y dejarnos iluminar por él. En él “se ha manifestado la gracia
salvadora de Dios a todos los hombres”.
2. En segundo
término, a la luz del Jesús real, también se ilumina qué es lo real, lo
verdadero, lo que da sentido pleno al ser humano y a su vida temporal. No es el
cuadro de fútbol, no es la opción política, no son las ideologías, no es ni
siquiera nuestra propia voluntad. Lo importante es la vida según la rectitud de
la verdad y bondad en todo, cara a cara con Dios y de la vida eterna. Por eso
el Jesús real “nos enseña a que,
renunciando a la impiedad y a las pasiones mundanas, vivamos con sensatez,
justicia y piedad en el mundo presente”.
Tanto en la
familia, como en todas las relaciones humanas, la realidad es que crecemos si renunciamos a la impiedad, es decir a
la vida sin Dios, y si renunciamos a
dejarnos llevar por las pasiones mundanas, la avaricia, la lujuria, la
vanidad, la soberbia, el amor propio. La realidad es que sin renuncia al pecado, no hay mejoramiento
humano. Jesús nos lo enseña por el camino de la cruz: la Navidad de Jesús en
Belén está unida a la cruz en Jerusalén. Es el Jesús real que da fundamento a
la realidad, a la verdad de nuestra vida.
Tal renuncia es para vivir con sensatez, guiados la conciencia recta, no
como irresponsables. Con justicia, es
decir, ajustándonos a los diez mandamientos de la Ley de Dios. Con piedad, es decir, como creaturas
humildes ante Dios, con oración, culto de Dios y entrega. Jesús nos trae a Dios
a nuestra vida, para que la ordenemos en la piedad y el culto del Padre en
espíritu y en verdad, tanto personal como comunitariamente, en privado y en
público.
3. En tercer
lugar quiero llamar la atención sobre
nuestra sociedad y nuestra cultura, que impide escuchar a Jesús y a vivir con
sensatez, justicia y piedad. Tenemos una enseñanza en la que se puede
hablar de cualquier ideología, se puede citar a cualquier personaje y se debe
estudiar el pensamiento de muchos hombres. Sin embargo está prohibido hablar de
Jesús, comprender la verdad que comunica, aprender sus enseñanzas. Vivimos en
una cultura truncada, en la que aparece como obvio que se debe prescindir de
Dios, de Jesús, de sus acciones y sus enseñanzas. Dicen que por respeto a los
que no creen, se impone una cultura y una educación, como si
Dios no existiese, como si Jesús no fuera real, como si los santos no fueran
los renovadores de la vida. Se puede hablar del horóscopo pero no del
Evangelio. Al contrario, es más real educar y vivir bajo la realidad de que Dios existe, reconociendo al Jesús real, por
cierto respetando siempre la libertad de aceptarlo o no. Por aquí tiene que
soplar nuevos vientos, para abandonar la ignorancia religiosa obligatoria y dar
cabida a la realidad religiosa en la cultura y la educación, aún pública.
Que a todos
llegue la misericordia del Padre en Cristo, sanando las heridas, iluminando las
tinieblas, abriendo al perdón y la gracia, reconciliándonos con Dios y con los
hermanos, cuidando los unos de los otros.
Que la Santa
María, Reina y Madre de misericordia, con San José su esposo, acerque a cada
uno, a cada familia y al pueblo uruguayo a la luz de la verdad que es
Jesucristo
+
Alberto Sanguinetti, obispo de Canelones
Canelones, Navidad de 2015
Muchas gracias Monseñor!
ResponderEliminarMuy feliz y santa Navidad
Roberto Mezzera
Muchas gracias Monseñor!
ResponderEliminarMuy feliz y santa Navidad
Roberto Mezzera
¡Gracias por sus palabras!
ResponderEliminar¡Feliz Navidad!
¡Gracias por sus palabras!
ResponderEliminar¡Feliz Navidad!