Canelones, 13 de
octubre de 2015
De mi cristiana estima:
Agradezco
mucho su consulta y su buena intención de informarse e informar acerca del programado concierto no realizado en la Iglesia Parroquial Cristo Obrero y Nuestra Señora de Lourdes de Atlántida.
A
pesar de mi buena disposición no voy a poder contestar a todo lo que se afirma
tanto en la carta que me hace llegar, como en los comunicados que fueron
emitidos por diversas personas y organismos.
Con
respecto al tema de fondo – los conciertos en las iglesias – le adjunto el
Documento pertinente. Es un asunto complejo, que se refiere a cuestiones prácticas,
jurídicas, culturales y, por encima de todo, pastorales y doctrinales. Sí, a
pesar de otras opiniones, la Diócesis de
Canelones, de acuerdo con las normas vigentes en la Iglesia, procurará que más
y más los espacios consagrados al culto, no tengan uso profano. No vamos a
contribuir a la pérdida del sentido de lo sagrado y de lo propio del culto
católico. Esa es la norma y el sentido de la norma. La excepción tendrá
que tener fundamentos muy fuertes y deberá mostrar que refuerza la meta del
camino.
Al
menos, lo que no se nos puede imponer es que, sobre el significado y uso de las
iglesias, y sobre el régimen en ellas, la
que no pueda juzgar sea la misma Iglesia.
Dejo
de lado cuestiones personales. Cualquiera que conozca algo de mi vida, sabrá
cuánto he fomentado el arte en las iglesias, tanto arquitectónico, plástico o
musical.
En
el caso he juzgado, según me corresponde, el uso que se debe dar a esa Iglesia
Parroquial de Cristo Obrero, que fue creada para el culto católico.
También
entiendo el disgusto y hasta el enojo de los coros, directores y los demás que
se prepararon con esmero para un concierto en la Iglesia Cristo Obrero, así como
los que querían escucharlos y que, según dicen, el miércoles 7 en la tarde o
después por algún vocero de la Comisión del Patrimonio de Canelones se
enteraron, que ese concierto no tendría
lugar. Y comparto su desazón.
Pero,
de ese aviso ex temporario, que causó tanta
aflicción, son responsables las personas e instituciones que, por su cuenta,
sin consultar ni pedir ninguna autorización, organizaron lo que quisieron en un
ámbito que no les pertenece.
Habría sido
más justo si se contara la historia desde el principio: que nunca se
obtuvo autorización, ni nunca se solicitó, ni al párroco de la comunidad de
Atlántida, ni al obispado.
Vivimos en un
estado de derecho, donde las buenas intenciones no justifican el dominio de espacios
ajenos.
Imagínense
qué habría sucedido si la Diócesis de Canelones, sin comunicación ni permiso, organizara
por su cuenta una misa en el Teatro Politeama el día de la Inmaculada
Concepción, la difundiera por todas partes, preparara coros, e impusiera que le
tienen que ceder el lugar, porque ese día se festeja desde la fundación de la
Ciudad de Canelones en el siglo XVIII.
Está
muy bien recordar al Ingeniero Eladio Dieste, a quien admiro y a quien
personalmente traté como sacerdote. Ha de considerarse que para la Iglesia
Parroquial de Atlántida fue convocado por la Iglesia, que fue la comunidad
cristiana que edificó su templo para el culto y buscó los recursos con ese fin.
Él lo comprendía muy profundamente puesto que era un católico que participaba todos los días de la Santa
Misa y recibía la Sagrada Comunión: para
eso fue construida esa maravillosa iglesia.
Aprovecho
la oportunidad para encomendarme a sus oraciones y asegurarle que lo tendré
presente en mi plegaria.
Lo
bendigo
Mons.
Dr. Alberto Sanguinetti Montero
Obispo de Canelones
¿ Vivimos en un estado de derecho, donde las buenas intenciones no justifican el dominio de espacios ajenos? La iglesia debería pagar impuesto para reclamar el derecho de quienes si lo pagan. Y el uso de un templo para el bien publico debería ser dispuesto sencillamente por orden municipal.
ResponderEliminar