El jueves 19 de junio recordamos los 250 años del nacimiento de José Gervasio Artigas.
En estos días he estado presente en diversos actos en la Ciudad de Sauce (inauguración del Museo Casa de Artigas, Congreso de Intendentes, Sesión de la Asamblea General, Seminario de Historiadores).
El mismo día celebraré la Misa por la patria y en sufragio por su alma, y asistiré a diversos actos.
Se pueden imaginar que escuché muchos discursos: de revisionismo histórico, de recuerdos de su persona, familia y educación, sobre su pensamiento y sus gestas.
Se ha hablado de Rousseau, Montesquieu, los textos de la independencia de los Estados Unidos, la ilustración española, su pensamiento republicano e igualitario.
Sin embargo no ha hecho referencia a su religión. Por un lado habría que haber fundado su sentido cristiano de la vida, su fidelidad a la Iglesia, su confesión permanente de católico. Y no era algo superficial en él - más allá de sus debilidades y pecados - por cómo vivió y cómo murió.
Curiosa cultura que investiga tanto, que rebusca en fuentes literarias y no reconoce lo patente, lo público, lo atestiguado en toda la vida de la persona.
También es llamativo que no se reconozca con claridad en las fuentes ambientales del Montevideo colonial en que se crió las doctrinas de Suárez y lo mejor del derecho de los pueblos, que se enseñaban en la Universidad de Córdoba y en el Colegio de San Carlos, donde habían estudiado tanto sus compañeros - como Dámaso Antonio Larrañaga en el segundo - como los frailes franciscanos en la primera.
Es, pues, un llamado a reconocer a Artigas como uno buen católico, confeso, de vida sacramental,
y que la fe fue inspiradora de sus buenos pensamientos y acciones, como la clemencia para los vencidos y el cuidado de los pobres.
N.B. El dibujo es de Eloy Pereira.
En estos días he estado presente en diversos actos en la Ciudad de Sauce (inauguración del Museo Casa de Artigas, Congreso de Intendentes, Sesión de la Asamblea General, Seminario de Historiadores).
El mismo día celebraré la Misa por la patria y en sufragio por su alma, y asistiré a diversos actos.
Se pueden imaginar que escuché muchos discursos: de revisionismo histórico, de recuerdos de su persona, familia y educación, sobre su pensamiento y sus gestas.
Se ha hablado de Rousseau, Montesquieu, los textos de la independencia de los Estados Unidos, la ilustración española, su pensamiento republicano e igualitario.
Sin embargo no ha hecho referencia a su religión. Por un lado habría que haber fundado su sentido cristiano de la vida, su fidelidad a la Iglesia, su confesión permanente de católico. Y no era algo superficial en él - más allá de sus debilidades y pecados - por cómo vivió y cómo murió.
Curiosa cultura que investiga tanto, que rebusca en fuentes literarias y no reconoce lo patente, lo público, lo atestiguado en toda la vida de la persona.
También es llamativo que no se reconozca con claridad en las fuentes ambientales del Montevideo colonial en que se crió las doctrinas de Suárez y lo mejor del derecho de los pueblos, que se enseñaban en la Universidad de Córdoba y en el Colegio de San Carlos, donde habían estudiado tanto sus compañeros - como Dámaso Antonio Larrañaga en el segundo - como los frailes franciscanos en la primera.
Es, pues, un llamado a reconocer a Artigas como uno buen católico, confeso, de vida sacramental,
y que la fe fue inspiradora de sus buenos pensamientos y acciones, como la clemencia para los vencidos y el cuidado de los pobres.
N.B. El dibujo es de Eloy Pereira.
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