La Semana Santa nos hace presente
de un modo más fuerte que Jesús, el Mesías, murió por nuestros pecados y fue
resucitado para darnos perdón y vida eterna.
1. En primer lugar es ocasión
especial de detenernos un poco, tanto personalmente, como en cuanto a sociedad.
Parecería que lo principal gozar y distraernos. Como decían los romanos: pan y circo. La misma Semana Santa se
va convirtiendo en pan y circo.
Hay un cartel por ahí que anuncia
que el Mundial es lo más importante. ¡Qué tontería! ¡Qué engaño! No lo único
necesarios es Dios y cada ser humano
ante Dios. Y la Semana Santa es invitación a ese encuentro. Si no, estamos
perdiendo nuestra vida.
2. Para ese encuentro es
imprescindible mirar la realidad del pecado
y la muerte. La sociedad tiene que tener lugar para enfrentarse con el
pecado y la muerte. Cada uno tiene que ponerse cara a cara con el pecado y la
muerte.
2.1. Por cierto podemos hacerlo
mirando dimensiones colectivas: la pobreza, especialmente como pobreza
infantil; el ataque sistemático al matrimonio y a la familia; la falta de
educación en el sentido pleno de la vida, incluyendo a Dios.
3. Pero importa, e importa mucho,
que cada uno deje algo de lado ‘el pan y circo’ y se enfrente con su pecado y su muerte: sólo así asume
plenamente toda su vida. ¿Cuánto reflexiono sobre mis pecados y sobre mi
muerte?
4. Ante ello, les anunciamos al Salvador del pecado y de la muerte: sólo
con Jesús podemos enfrentar nuestro pecado – sin mentirnos ni justificarnos - ,
nuestra muerte, sin engañarnos, y tener esperanza verdadera.
4.1 Jesucristo, con su muerte y resurrección: es Él en
persona y por sus actos el salvador del mundo.
4.2 Jesucristo con la luz y verdad de su palabra: es
su palabra la verdad que nos hace libres, si la recibimos en su totalidad; por
eso es necesaria recibirla de la Iglesia que nos da toda la Palabra, sin que
elijamos la parte que nos gusta, sino que nos dejemos transformar por ella.
4.3 Jesucristo es el rey
salvador, que obra en nosotros por la fuerza del Espíritu Santo, por medio de
los sacramentos de la Iglesia: el
bautismo y la confirmación; la confesión y la Eucaristía.
Pongamos en su sitio al pan y el
circo. Seamos responsables y libres:
miremos el pecado y la muerte. Busquemos el perdón, la reconciliación, y la
vida eterna.
Escuchemos la invitación de Cristo en su
Iglesia: ven y tendrás vida y vida en abundancia.
El Señor nos mueva y regale una
Santa Semana.
https://www.youtube.com/watch?v=p7X9Aq_jgUA
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