El 8 de noviembre es la Solemnidad de la Bienventurada Virgen María, en su título de Virgen de los Treinta y Tres.
El segundo Domingo de noviembre - este año el 11 de noviembre - se realiza la Peregrinación
Nacional al Santuario Nacional de la Virgen en Florida.
Esta ocasión nos mueve a compartir algunas reflexiones.
En primer lugar en este Año de la Fe, estamos llamados renovar nuestra fe en la Santísima Trinidad, y en su obra en la historia. Ahí entra en la fe católica el reconocimiento de lo que Dios ha realizado en y por la Virgen María.
A Ella la ha elegido desde antes de la creación del mundo y por eso la creó llena de gracia, santa e inmaculada. La primera afirmación que hacemos acerca de Santa María: es su pura y limpia concepción, llena de la santidad del Espíritu y que nunca tuvo mancha de pecado. Esa plenitud de gracia hizo que Santa María fuera perfecta en su respuesta de fe y obediencia a la voluntad de Dios.
María concibe virginalmente por obra del Espíritu Santo. Toda su corporeidad femenina es de Dios y por ello permanece siempre virgen, antes, en y después del parto.
El centro de la obra de Dios es María es su maternidad divina, es decir, que el que en ella es engendrado y el que ella da a luz es verdaderamente el Hijo de Dios, verdadero Dios con el Padre y el Espíritu Santo.
Por último creemo firmemente que la Santísima Trinidad culmina su obra en María, elevándola en cuerpo y alma a los cielos, la primera en participar perfectamente en la resurrección de Jesucristo.
Las obras de Dios en María nos iluminan a todos y nos muestran la grandeza para la que Dios nos creó: la vida de hijos de Dios, la santidad, la vida eterna con la Trinidad.
En segundo lugar esta fiesta nos muestra la presencia de Cristo, de la Iglesia, del Evangelio, del bautismo, de la Eucaristía, la Iglesia, en nuestra tierra, en nuestra historia. Su imagen, su forma, su historia, su nombre, todo ello, nos dice la Virgen de los Treinta y Tres, es la misma Virgen María, Madre de Cristo, Imagen y tipo de la Iglesia, presente en esta tierra uruguaya, caminando con los orientales.
Reconozcamos con Isabel en la visitación: ¿de dónde a mí que me visite la Madre de mi Señor? Recibamos a María, y cn ella a Cristo y a la Iglesia en nuestra vida, abrámonos a la gracia que nos trae. Caminemos guiados por ella, siguiendo su ejemplo.
Queramos también honrar su imagen, visitarla en nuestras iglesias y, sobre todo, queramos cada tanto ir a su encuentro en su Santuario de Florida. Llevémosle nuestros hijos, vayamos con nuestras esperanzas, pidámosle que nos ayude como ella a ser dichosos porque creemos y seguimos a Dios.
El segundo Domingo de noviembre - este año el 11 de noviembre - se realiza la Peregrinación
Nacional al Santuario Nacional de la Virgen en Florida.
Esta ocasión nos mueve a compartir algunas reflexiones.
En primer lugar en este Año de la Fe, estamos llamados renovar nuestra fe en la Santísima Trinidad, y en su obra en la historia. Ahí entra en la fe católica el reconocimiento de lo que Dios ha realizado en y por la Virgen María.
A Ella la ha elegido desde antes de la creación del mundo y por eso la creó llena de gracia, santa e inmaculada. La primera afirmación que hacemos acerca de Santa María: es su pura y limpia concepción, llena de la santidad del Espíritu y que nunca tuvo mancha de pecado. Esa plenitud de gracia hizo que Santa María fuera perfecta en su respuesta de fe y obediencia a la voluntad de Dios.
María concibe virginalmente por obra del Espíritu Santo. Toda su corporeidad femenina es de Dios y por ello permanece siempre virgen, antes, en y después del parto.
El centro de la obra de Dios es María es su maternidad divina, es decir, que el que en ella es engendrado y el que ella da a luz es verdaderamente el Hijo de Dios, verdadero Dios con el Padre y el Espíritu Santo.
Por último creemo firmemente que la Santísima Trinidad culmina su obra en María, elevándola en cuerpo y alma a los cielos, la primera en participar perfectamente en la resurrección de Jesucristo.
Las obras de Dios en María nos iluminan a todos y nos muestran la grandeza para la que Dios nos creó: la vida de hijos de Dios, la santidad, la vida eterna con la Trinidad.
En segundo lugar esta fiesta nos muestra la presencia de Cristo, de la Iglesia, del Evangelio, del bautismo, de la Eucaristía, la Iglesia, en nuestra tierra, en nuestra historia. Su imagen, su forma, su historia, su nombre, todo ello, nos dice la Virgen de los Treinta y Tres, es la misma Virgen María, Madre de Cristo, Imagen y tipo de la Iglesia, presente en esta tierra uruguaya, caminando con los orientales.
Reconozcamos con Isabel en la visitación: ¿de dónde a mí que me visite la Madre de mi Señor? Recibamos a María, y cn ella a Cristo y a la Iglesia en nuestra vida, abrámonos a la gracia que nos trae. Caminemos guiados por ella, siguiendo su ejemplo.
Queramos también honrar su imagen, visitarla en nuestras iglesias y, sobre todo, queramos cada tanto ir a su encuentro en su Santuario de Florida. Llevémosle nuestros hijos, vayamos con nuestras esperanzas, pidámosle que nos ayude como ella a ser dichosos porque creemos y seguimos a Dios.
Comentarios
Publicar un comentario