Carta a los sacerdotes por Domingo del Buen Pastor

Queridos hermanos en el sacerdocio:

Abundancia de gracia, amor y luz nos dé el Espíritu de nuestro Dios.

En este Domingo del Buen Pastor quiero enviarles a todos ustedes, mis hermanos presbíteros, yo co-presbítero con ustedes, un abrazo fraterno y un saludo paternal.

Del trabajo de los sacerdotes que se sucedieron en esta Iglesia, y últimamente del trabajo de ustedes, fecundado con la gracia del Espíritu Santo, recibo yo esta grey, que también con ustedes me toca apacentar. En ese sentido yo no he hecho nada, sino recibir en mis manos, para mi cuidado, el gran don del Pueblo de Dios, Iglesia de Canelones. Y, por lo mismo, soy deudor agradecido de lo que el Señor, único pastor, ha ido realizando por medio de ustedes.

Al mismo tiempo, habiendo recibido el ministerio de Obispo de esta Iglesia, junto con mi agradecimiento, tengo el deber de reunirlos y ayudarlos a crecer, juntos y cada uno, en la fidelidad a la vocación que recibimos del Señor de ser pastores de las ovejas que Él rescató y adquirió con su propia sangre.

Por eso, antes que nada hemos de recordar cada día con humildad, confusión e inmensa gratitud la gracia del llamado de Jesús y la consagración de nosotros mismos – alma, cuerpo, persona – que el Padre realizó derramando el Espíritu Santo, marcándonos con el carácter sacerdotal, para conformarnos como sacerdotes del Nuevo Testamento.

También debemos pedir cada día la gracia de la conversión para vivir más adecuadamente como sacerdotes, en el corazón y en los actos del ministerio, para dejarnos modelar según la forma de Cristo Pastor.

En este orden me es grato recordar y poner ante nuestros ojos al padre y patriarca de nuestra Iglesia Oriental, el Siervo de Dios Jacinto Vera, tan ligado a nuestra Iglesia local y que es un verdadero modelo de sacerdote.

Dentro de este año sacerdotal, querría que el próximo 6 de mayo nos juntáramos en la tarde en la Santa Iglesia Catedral, junto a sus restos, para una meditación y la oración. Esto podremos concretarlo en la reunión del próximo lunes.

Como fue casi la primerísima preocupación de Mons. Jacinto Vera, está también en mi corazón como primer cuidado el del clero. El Siervo de Dios trabajó para tener un número adecuado de sacerdotes – es por ello llamado el fundador del clero nacional – y, al mismo tiempo sacerdotes abnegados y misioneros, virtuosos, intelectualmente formados y llenos de celo apostólico, amantes de Jesucristo y obedientes a su Esposa la Iglesia.

En este sentido, la oración y la participación en la pastoral vocacional es tarea de todo el presbiterio y de cada sacerdote.

Con estos pensamientos a cada uno le envío un abrazo y mi bendición

+ Alberto

Obispo de Canelones

Canelones 22 de abril de 2010

Comentarios

Entradas populares

Mi despedida como Obispo de Canelones